Por Lic. Benjamín Escobedo (Académico, Teólogo, Columnista e Investigador de Historia)
Certificación en Coaching Liderazgo y Comunicación (PUC)
Escritor para Latinoamérica (Monte Alto Editorial)
Lic. Teología | Lic. © Historia
Uno de los horizontes político-económico más cuestionados en el último tiempo ha sido el denominado TPP11. Sin duda, desacuerdos y acuerdos son adyacentes al enarbolado Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (TPP). Las discusiones suscitadas para estos efectos construyen en Chile un camino árido y muy polémico, sin embargo, dicho documento nos obliga a preguntarnos ¿qué desafíos y cambios de paradigma adscriben sobre el territorio nacional a partir de este acuerdo?
Primero, las izquierdas y derechas deberán sistemáticamente hilvanar lo que comprendemos por libre comercio, así, proyectar un avance en la modernización del país tanto en las áreas económicas, políticas y, por consecuencia, sociales. Cabe señalar que, el naufragio precedente del TPP11 en Chile fue muy “sectario” desde una mirada militante, ya que, las izquierdas reducían la propuesta a un fatalismo a priori y las derechas a una asimilación in situ, pero, estas últimas irrefutablemente desde argumentos plausibles hacia el espacio público. Por tanto, no basta meramente con abrazar un documento internacional de esta envergadura, más bien, cimentar bases sólidas para el desarrollo productivo en el territorio nacional, o sea, mejorar el mercado y agentes yuxtapuestos. Este tratado abarca diversos aspectos vinculados a la política comercial ha señalado la propia Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales, por ejemplo, acceso a mercado en bienes, facilitación de comercio, compras públicas, propiedad intelectual, servicios, comercio electrónico, inversiones, medioambiente, asuntos laborales, entre otros.
En segundo lugar, y, dado que en este acuerdo participan once países, por ejemplo: México, Japón, Perú, Canadá, etc., tenemos una clara posibilidad de robustecer las exportaciones y accesos adyacentes según negociaciones precedentes contractuales, más aún, problematizar y discutir el posible ingreso de China al aclamado TPP, dicho sea de paso, visualizando un imaginario de economía plurilateral en la región de Asia Pacífico. Tal vez, el efecto emancipador de este documento se verá reflejado en el acceso a ciertos alimentos y elementos de consumo significativos en la región; por ejemplo, insumos agrícolas, tecnologías, etc.
Tercero, el TPP estimulará una inversión más segura y plausible dado que las empresas acuñarán esperanzas a partir de un acuerdo global y garante de impulso mercantil a nivel internacional, junto con ello, la formulación de nuevos empleos en el espacio público. No debemos olvidar que toda esta premisa aludida (TPP) descansa en el libre comercio, esto reúne a países cuyo mercado alcanza los 498 millones de personas con un producto interno bruto de 10.6 billones de USD, cerca de un 12% del PIB mundial. Los beneficios son múltiples, reducción de aranceles para exportaciones, disminución de costos finales de la producción de todos los productos, de tal forma de ser más accesible a la población los distintos productos internacionales.
El Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (TPP11) ya se encuentra vigente en Chile, pero, recordemos que dicho proceso comenzó en marzo de 2018 cuando Chile suscribió al acuerdo respectivo. La entrada en vigencia también se formalizó con la publicación de la promulgación del tratado en el Diario Oficial, sin embargo, existen voces críticas que alertan sobre una pérdida de soberanía y una fisura en materia económica. Algunas de las aprensiones son: (1) Si Chile decide aplicar políticas públicas que las transnacionales consideren lesivas a sus intereses, podrían llevar al país a tribunales especiales, integrados por jueces y litigantes expuestos a conflictos de interés. (2) Debilitamiento en ciertos consumos de la población (compras) para tratamientos farmacológicos y médicos dado un posible alzamiento de precios y costos pactados por los países integrantes. Lo cierto es que, al margen de todos los temores y “quiebres” asociados en un sector político de nuestro país, los TPP contribuirán a una sociedad más desarrollada, comunicada, y, por consecuencia, moderna a nivel global.
Una de las figuras más reconocidas en interpelar el desarrollo de las modernizaciones fue y sigue siendo el PhD Pedro Morandé, Ex Decano de la Pontificia Universidad Católica de Chile y experto en Sociología de la Modernización. Su obra denominada “Cultura y Modernización en América Latina” publicada (nueva edición) por el IES (Instituto de Estudios de la Sociedad) adscribe a una comprensión y reflexión complementaria sobre el avance de la sociedad moderna. Por tanto, aunque en el pasado hayan existido fisuras y tensiones sobre el acuerdo para el TPP11 en Chile, entre paréntesis, por el propio presidente actual de nuestro país y parlamentarios del sector, no debemos olvidar que las modernizaciones en Chile han estado estancadas, y, por consecuencia, necesitamos abrir espacios al desarrollo, comercio internacional y fomento en el consumo de la población e industria desde horizontes propios del siglo XXI, dicho sea de paso, la derecha no solo desea fomentar aquello, sino también inscribir cambios profundos en estas temáticas acuñadas.
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