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¿Quo vadis, Chile?

("¿Para dónde vas, Chile?") Por Gerhard Bacher


Poco me sorprendió el 18 de octubre de 2019, aunque sí fue bastante molesto.

Vi las primeras señales poco después de mi llegada a Chile, alrededor del año 2000, cuando hice mis primeros pasos en este país, contratado, aunque, a mi juicio, realizando un servicio social, en un liceo de la Quinta Región, tratando de enseñar inglés. El desorden en las salas con cincuenta y más alumnos era tremendo, algunos alumnos de cuarto medio apenas sabían escribir su nombre, y me preguntaba cómo ese liceo podía ser un liceo emblemático, si no había ni un intento de imponer un mínimo de disciplina.


Mi sala colindaba con la sala de un colega de la asignatura de Lenguaje y Comunicación. Siempre me preguntaba cómo podía cumplir sus metas dado que sólo se escuchaba desde su sala (en horas de clases) a Pink Floyd a alto volumen. Obviamente, poco le importaba a él que yo aplicara un método mucho menos lúdico y menos entretenido, exigiendo, por lo menos, lo que yo consideraba indispensable para el aprendizaje de mis alumnos.


La paupérrima calidad de la educación pública, en mi tiempo liderada por Mariana Aylwin, a mi juicio la ministra de educación más inepta que he visto en toda mi vida, tiene un problema sistémico y, a mi juicio, causó, por lo menos en gran parte, el estallido social.


Hay un montón de profesores y personal de apoyo, en los establecimientos públicos, adoctrinados por la extrema izquierda, mal preparados y mal educados, que transmiten a sus alumnos, desde la educación parvularia y sin control alguno, su resentimiento y odio hacia “los ricos y privilegiados”.

Como a ellos nunca se les ha exigido nada, piensan que sólo basta con pedir para que el Estado tenga que ceder ante sus demandas. Si no es por las buenas, ellos creen tener el derecho de hacerlo por las malas.


No es necesario ser genio para saber hacia dónde lleva eso y lo vimos el 18 de octubre de 2019. Los chilenos que se sublevaron fueron justamente los que fueron educados por las ideologías del FA y el PC, generaciones que fueron, además, "alimentadas" con malas intenciones por medios de comunicación que agregaron lo suyo, para que por fin explotara ese caldo de resentimiento.


En resumen, ha sido un trabajo de relojería que han hecho los pensadores de Izquierda en Chile. Los millones de egresados de la educación pública no saben lo que es un Estado de Derecho, no tienen idea de lo que pasó antes y durante el gobierno de Allende, no han aprendido nunca educación cívica y tienen conceptos abismalmente erróneos de lo que son sus derechos en contraste al cumplimiento de sus deberes.


¿Quo vadis, Chile?