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¿Por qué le tenemos tanto miedo al COVID-19?

(Por Dan Macías Flores)

Las estadísticas de nuestro país demuestran que el temor de los chilenos a contraer COVID 19 es desproporcionado. Los casos en Chile surgieron el 3 de marzo y se han acumulado, causando pánico y verdaderos rituales de asepsia en las familias, principalmente a causa del relato aterrorizante difundido por los medios de comunicación. Sin embargo, el entrecruzamiento de las cifras oficiales entregadas por el


MINSAL en dos publicaciones consecutivas, Informe Epidemiológico N°30 del 1 de julio y Reporte Diario del 3 de julio, muestran que la probabilidad (riesgo promedio) de tener síntomas graves que obliguen al contagiado a ser hospitalizado es 7%, mientras que morir tiene una probabilidad que es aún menor, 2%. Efectivamente, el virus que tanta gente teme puede causar síntomas de intensidad moderada-severa y/o muerte (porque así son los virus respiratorios), pero está demostrado que en la inmensa mayoría de los casos no sucede ni lo uno ni lo otro sino que sólo causa síntomas leves y la prueba de ello es que a pesar de todos los contagios y fallecimientos que ha habido en cuatro meses, vemos que sobrevive el 98% de los infectados. Hay sobrevivientes de distintas edades y son más los jóvenes que los ancianos, así como también es más probable que quien presente síntomas leves sea, igualmente, un joven antes que un anciano. Porque la naturaleza sigue un conducto lógico: con algunas excepciones, los jóvenes tienen mayor resistencia ante el embate de las enfermedades. Esta diferencia debida a la "juventud" es apreciable hasta un límite de edad de 70 años. De hecho, las estadísticas mencionadas del MINSAL permiten afirmar específicamente que en personas menores de 70 años la probabilidad de tener síntomas leves (y recuperarse con medidas básicas en el domicilio) es 94,6% y en personas mayores es 71,4%. Siguiendo la misma tendencia, la probabilidad de sobrevivencia de los menores de 70 años es 99,2% y la de los mayores es 81,1%.


Ante semejantes probabilidades, cabe preguntarse ¿se justifica que un país -o parte considerable de él- movido por el pánico, renuncie a su forma de vivir aceptando y promoviendo una "normalidad diferente" cuyas consecuencias desconoce? Nos vendría bien reencontrarnos con nuestra esencia de homo sapiens (capacidad de reflexionar).

Dan Macías Flores.

Aproximacion estadi­stica a la realidad
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