Por Dan Macías | Médico Cirujano

El 7 de enero de 2020, China afirmó que la causa de la enfermedad llamada Neumonía de Wuhan podría ser un nuevo coronavirus, pero negó que se transmitiera de persona a persona. El 16 de enero, el CDC de Taiwan ante la aparición de casos de neumonía atípica que no habían visitado el mercado de Wuhan, sugirió que el nuevo coronavirus realmente se transmitía de persona a persona, pero la OMS desestimó la advertencia ese mismo día, informando que no había evidencia "clara" respecto a ese tipo de transmisión. Sin embargo, cinco días después, el 21 de enero, China admitió que el nuevo coronavirus se contagiaba de persona a persona. El 23 de enero, día en que China aisló a 11 millones de personas, la OMS afirmó que la Neumonía de Wuhan no constituía una emergencia sanitaria internacional de salud pública. Una semana después, el 30 de enero, la OMS se retractó y admitió que efectivamente se trataba de una emergencia sanitaria internacional de salud pública, cuando más de veinte países registraban casos y había 170 fallecidos en China, con más de diez mil contagiados en ese país.
"Gracias a la desidia de la OMS y a la información mediocre y equívoca que entregó, la enfermedad COVID19 confundió a todo el mundo".
El 24 de enero de 2020, tres días después que China admitiera que el nuevo coronavirus efectivamente se transmitía de persona a persona, fue publicado en The Lancet un artículo (1) médico al respecto, comunicando que en el Hospital de Wuhan había ocurrido el contagio de algunos visitantes. El reporte consignó que una familia china de seis integrantes, procedente de Shenzhen, visitó Wuhan por una semana, entre el 29 de diciembre y el 4 de enero de 2020, sin visitar el mercado de Wuhan ni tener contacto con animales, aunque dos miembros de la familia visitaron el hospital de Wuhan, y al regresar a su ciudad de origen todos presentaron neumonía inexplicada, excepto un niño de 10 años, infectado pero asintomático.
El 30 de enero de 2020 dos periodistas del departamento de prensa de la revista Nature publicaron un artículo (2) basado en una entrevista a distintos científicos británicos y titulado "Lo que los científicos quieren saber sobre el brote de coronavirus", que plantea varias preguntas, como, por ejemplo "¿Pueden las personas infectadas diseminar el virus sin mostrar síntomas?" Ahí se menciona el caso del niño asintomático de 10 años, y afirma que si los casos infectados asintomáticos fueran comunes y pudieran diseminar el virus, contener la enfermedad sería muy difícil, ya que, según los dos periodistas, la clave para controlar el virus del SARS (2002-2003) habría sido aparentemente el hecho de que esa infección generaba pocos casos asintomáticos (aunque, en realidad, la evidencia científica revisada muestra que nunca se ha documentado transmisión del virus del SARS por parte de infectados asintomáticos, así que atribuirle esa relevancia a los asintomáticos fue un error de los periodistas). El mismo artículo plantea que una forma de determinar si las personas asintomáticas pueden contagiar o no, es estudiar a los contagiados en China que son obligados al confinamiento domiciliario junto a sus familiares, y al monitorear a todos los miembros de la familia sería posible determinar quién contrae el virus y cómo. El 21 de febrero, no habiendo ni un solo caso documentado de transmisión viral desde un infectado asintomático a otra persona, un grupo de investigadores envió a la revista JAMA un artículo (3) titulado "Presunta transmisión de COVID19 por un infectado asintomático", que fue publicado en esa revista el 14 de abril. Describía que, en Anyang, cinco personas emparentadas tuvieron contacto con una mujer de Wuhan el 10 de enero y todos juntos visitaron el 13 de enero a unos enfermos internados en el hospital local, que no contaba con casos identificados de COVID19. Días después el grupo de parientes desarrolló la enfermedad, pero la mujer no y al ser examinada con PCR los resultados obtenidos fueron contradictorios: negativo el 26 de enero, positivo el 28 de enero y nuevamente negativo los días 5 y 8 de febrero. Los autores estimaron que los resultados negativos habrían sido supuestamente "falsos negativos" (por falla del kit o error al tomar la muestra), y decidieron arbitrariamente considerar a esa mujer con tres resultados de PCR negativos como si fuera una verdadera infectada. Así insinuaron en sus conclusiones que los infectados asintomáticos supuestamente podrían transmitir el virus mediante un mecanismo que requería mayores estudios. Es decir, plantearon gratuitamente que ese tipo de transmisión era un hecho y que lo único que estaría pendiente sería aclarar algunos "detalles" respecto a cómo ocurría. El 5 de marzo, la revista New England Journal of Medicine publicó un artículo (4) acerca de varios casos secundarios donde la transmisión parecía haber ocurrido durante el período de incubación del caso índice. El supuesto transmisor tuvo una enfermedad breve e inespecífica y varios días después que sus síntomas remitieron, su saliva continuaba presentando una carga viral elevada según TR-PCR cuantitativa, aunque no pudo demostrarse que esas partículas virales en saliva fueran capaces de contagiar, ya que no se hizo un cultivo viral, que habría podido refutar (o avalar) esa aprehensión