(Por Cristian Espinoza G.) Me gustaría ser más optimista, pero es difícil mirar con buenos ojos lo que viene para nuestro país si reparamos en el camino sin retorno que gran parte de la ciudadanía ha escogido, influenciados por una muy bien urdida estrategia que la izquierda ha implementado reiteradamente, no solo acá, sino que en muchas otras latitudes, detonando una historia de miseria ya por todos conocida.
Todos los movimientos, ya sea social, estudiantil, mapuche, LGTB, animalistas, ONGs y un cuanto hay, son instrumentos que convergen en una sola idea y que han sido puestos en marcha desde hace ya varios años, metastasiándose en cada rincón de nuestra población mediante un discurso populista que ha logrado ir talando desde el tronco las bases de nuestra sociedad, cancelando conceptos y valores, como el respeto por las instituciones, por la propiedad publica y privada, la familia y, por sobre todo, la libertad, ya sea de pensamiento culto o expresión. Basta entregar una sola opinión diferente a sus axiomas para activar una respuesta grupal, hostil y beligerante, actitud programada que ha ido obligando a replegar o reservar una posición discrepante a gran parte de los ciudadanos que, como yo, aun cree en el estado de derecho y en la actitud republicana.
Otra fórmula implementada por la izquierda es el adoctrinamiento e instrumentalización de nuestra juventud. Aprovechándose de una etapa en la que los ideales y el ímpetu están por sobre la razón, han incubado su ideología metiéndola en los colegios, liceos e instituciones de educación superior, infiltrando con los años, por consecuencia, los medios de comunicación, transformándolos en canales de propaganda política y reclutamiento.
Un doloroso golpe bajo a las pretensiones de los defensores de la libertad.
A esto sumemos la actuación pasiva de nuestros representantes electos, que han hecho vista gorda o no se han atrevido a defender con convicción las ideas y modelos propuestos, en los cuales cifrábamos la esperanza de retomar el camino del desarrollo que trae consigo un mejor país para todos.
La izquierda pegó primero, y el que pega primero pega dos veces, dice el refrán.
Así y todo no daré ni debemos dar la pelea por perdida, porque la democracia nos da la oportunidad de decidir nuestro destino.
Los invito a salir de nuestra comodidad e ir a las urnas a dar nuestra batalla. Por nosotros, por nuestros hijos, por el lugar en que vivimos.
El 25 de octubre tendremos la oportunidad de contragolpear: ¡Que no falte nadie!
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