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El Pecado de Caín, El Socialismo, El Feminismo y la Sociedad de Masas


(Por Pablo Errázuriz Montes)


La palabra Biblia quiere decir en griego, Libro. Es decir, La Biblia debería traducirse como El Libro. ¿Quién la escribió? Según la doctrina, alguien por inspiración divina. Es la palabra de Dios. Hay consenso entre filólogos, teólogos y estudiosos del texto que fue escribiéndose por distintos pueblos en distintas épocas. El atribuirle la voluntad y prescripciones del Dios único del monoteísmo no es un capricho. Analizado su contenido desde cualquier perspectiva intelectual, no se puede llegar a otra conclusión, que es una criba que seleccionó y puso por escrito, los rincones más ocultos de la naturaleza humana con una sapiencia, que a menudo la sicología moderna no ha descubierto.


Caín, hijo de los primeros padres, se mortifica por no estar dotado de las virtudes que su hermano Abel posee. Su resentimiento se incrementa porque el Dios padre, reconoce y premia las virtudes de su hermano. Entonces las causas de su resentimiento son dos; el verse privado de talentos y destrezas nativas, y el que Abel sea reconocido por ellas. Para superar esa mortificación, con premeditación y alevosía, planifica y ejecuta el crimen primordial.


La sabiduría ancestral, y el moderno sicoanálisis y sicología clínica, constata que desafortunadamente el síndrome de Caín se encuentra presente en todos los hijos de mujer. La cuestión se manifiesta de la manera que todos los lectores la reconocerán por propia experiencia: en momentos de debilidad vital – que para algunos son todo el tiempo de su existencia- nos lamentamos de no estar dotados de talentos que otros tienen. Si no somos capaces de procesar con sabiduría esa realidad, aflora como un absceso espiritual el pesar por el bien ajeno, llamada envidia. Y si ese pesar no es trabajado, es decir si se le deja libre, el corolario es el odio hacia quien ostenta ese talento, y más aun, hacia quienes reconocen la diferencia de ese talento. Cuando odiamos algo, ponemos entre ello y nuestra intimidad un fiero resorte de acero que impide la fusión, siquiera transitoria, de la cosa con nuestro espíritu [1]. El odio nos priva de razón. Lo que está a nuestro rededor se hace impenetrable.


Miguel de Unamuno nos invita a analizar los modelos filosóficos desde la perspectiva de quienes los formulan. ¿Quiénes son en su intimidad personal los filósofos que dicen cosas sobre el mundo? Encontraremos ahí la clave de su pensamiento. A la vanidad humana, especialmente a la de los filósofos, le repugna la idea de Unamuno. Queremos ser los que descubrimos verdades. Pero la cruda realidad es que, en nuestros juicios estamos involucrados emocionalmente y si no trabajamos nuestras emociones están se desbocan.


¿Quién es Carlos Marx? Un individuo impotente para ganarse la vida al que se le murieron de hambre dos o tres hijos (la historia no se pone de acuerdo). ¡Blasfemo! me espetarán. ¡Es un genio que creo un sistema de pensamiento profundísimo! En efecto, Marx es hijo de su tiempo donde la filosofía solo tenía cabida si se era capaz de crear sistemas de pensamiento. El creo el sistema de pensamiento que le da sustento ideológico a versión contemporánea del espíritu de Caín. ¿Quién es Juan Jacobo Rousseau? Un individuo que entregó a sus hijos en orfanatos, en una época que de tres expósitos que vivían en orfanatos, dos morían. ¿Cuánto de su sistema de pensamiento no habrá nacido al constatar que personas de su entorno poseían virtudes de orden familiar y moral que para él le eran inalcanzables? Foucauld inspirador de la ideología de género se abandonó en los shit hole de San Francisco a los más abyectos excesos homosexuales. El abandonarse a pulsiones sexuales desordenadas te hacen miembro de minorías que observan con rencor a quienes administran su sexualidad de modo ordenado y logran con ello una vida satisfactoria.


Hegel primero, Marx después y ahora la ideología de género promovida desde los centros de pensamiento más prestigiados de occidente, han hecho un descubrimiento macabro: la discordia construye. Más aun, solo a través de la discordia se puede construir una sociedad más justa. ¿Habrá un disparate más alejado de la realidad del mundo? ¿Cuál es su fundamento? Pues una supuesta mecánica que gobierna la historia. ¿Cuál es la prueba de que esa afirmación es verdadera? Su sistema de pensamiento. Pero esos sistemas no resisten la más mínima validación empírica. Sin embargo sobreviven pese a los crímenes y desatinos que ya han causado en la historia reciente. ¿Por qué?

¡Alguien es culpable de mis carencias! Es el desgarrador grito de Caín que resuena como un eco en toda la historia humana. Quienes alimentan esa potente emoción, reciben prosélitos. Ese a mi juicio es el espacio que ocupan las doctrinas de la discordia.


La sociedad de masas es aquella donde las mayorías orientan sus existencias conforme a la dinámica de las masas. ¿Qué caracteriza al hombre masa? Aquel que no desea cosas por si mismo, sino que es inducido a desear cosas según una pauta construida sin su voluntad. La sociedad de mercado masivo se acomoda a la dinámica de la sociedad de masas porque vive del crecimiento masivo del consumo. Entonces los hombres masa, desean cosas que provee la sociedad de mercado sin una pauta ni derrotero personal. Y como las necesidades económicas, según propia definición de la economía liberal, son infinitas, surgen las carencias. Y cuando los carenciados de cosas visibles y que existen, no trabajan y controlan esta emoción, surge el síndrome de Caín. Entonces, las ideologías de la discordia, cosechan prosélitos.


¿Cómo vencer esta dinámica? Superar la sociedad de masas retornando a la sociedad de individuos, y resucitar las ideologías de la concordia.


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