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El concepto “woke”.

Por Cristián Gabler

En la batalla cultural, se ha puesto de moda la interrogante de cómo definir el concepto "woke". Esta palabra se emplea en el mundo anglosajón para denominar a aquellos individuos de izquierda que están con la “buena onda” de estos tiempos, fanáticos de las teorías críticas de género y de la raza, entre otros cocidos derivados del marxismo tradicional, de las cuotas de todo tipo, salvo las bancarias, y de la cultura de la cancelación.


El uso de esta palabra inglesa, que significa despierto o levantado, partió con los cultores de esta cuasi religión atea, quienes se denominaban a sí mismos de esa manera, tratando de señalar que ellos eran los únicos avispados en la sociedad que se daban cuenta de que el sistema occidental capitalista era en verdad un campo de concentración racista y patriarcal.


En cierto sentido, eran ellos los tuertos en el mundo de los ciegos.


Mucha agua ha recorrido debajo de ese puente, y el concepto se ha ido ampliando a un nivel tal que abarca casi todo el espectro político zurdo extremo a estas alturas, lo cual hace muy difícil su comprensión. Cuando algo es todo, es lo mismo que decir que no es nada.


Pierde sustancia la cosa.


En mi opinión, la mejor definición posible de un concepto que, desde ya, es extremadamente amplio y multifacético, es que "woke" significa, al menos para quienes se oponen a este nuevo movimiento, el culto al narcisismo expresado a través de la victimización. Estos individuos son narcisistas extremos que, política y culturalmente, recurren a la idea de la víctima para conseguir, manipular y luchar por sus objetivos.


Lo que caracteriza principalmente a la gente "woke" es un narcisismo patológico de manual, expresado en la idea de que todos menos ellos están equivocados y fuera de la realidad y la razón, las cuales, por lo demás, consideran absolutamente irrelevantes porque claramente son posmodernos, y que la sociedad, el mundo y todos sus elementos les deben algo por el hecho de ser ellos y existir.


Esto último es a lo que yo denomino pensamiento neoaristocrático.


Realmente se creen todos aristócratas con derecho al tiempo, el trabajo y al peculio de los demás sin dar nada a cambio. Esto es muy importante también para entender la segunda característica fundamental que une a estos individuos, la cual no es otra cosa que el odio irrestricto y visceral hacia los que no piensan como ellos, quienes son todos nazis o fascistas, incluso si abogan por la supresión o miniaturización del Estado, demostrando de paso que de ciencia política no saben nada. Esta gente no se anda con medias tintas. Si usted se opone a sus designios, es materia de campo de concentración, de reeducación o de paredón simplemente. Entrégueles el control absoluto de las instituciones y se va a dar cuenta de lo que son capaces de hacer.


Es así que, si la sociedad no les da lo que por derecho les corresponde, son víctimas de ella y de usted también, aunque no lo crea. Así razonan.


Si eres feminista de quinta o sexta generación –ya perdí la cuenta– y no eres Gerente General del globo terráqueo, es porque la sociedad te robó lo que es tuyo sin importar siquiera si sabes leer o escribir. Eso no tiene relevancia. Si eres de color y no tienes un departamento en Manhattan con vista al Central Park, no es porque en verdad nunca llegaste a tiempo a ninguna parte o cumpliste con tus tareas a tiempo, sino porque alguien se interpuso delante de ti para perjudicarte y te robó lo que debería ser tuyo. Esta gente obtiene lo que quiere o es víctima de un delito que comete la sociedad o los individuos en su nombre. El delito moderno y despierto de no satisfacer los deseos y los caprichos de los neoaristócratas del siglo XXI. Los individuos woke.


Para los miembros de esta secta político-cultural, lo que les pertenece les pertenece, siendo irrelevante si se lo ganaron o no, y la sociedad y todos sus componentes y miembros tienen la obligación de proveerles sus necesidades de la manera que estimen convenientes; de lo contrario, cometen el delito moderno antes descrito de falta de servicio-servidumbre, lo que justifica la ira y desprecio absoluto por parte de los woke hacia sus inferiores, el resto de la población no iluminada. Incluido el uso de la violencia extrema. Mal que mal… ellos son las víctimas en este caso, si me entiende.

¡El mismo desprecio que tenían los aristócratas por los plebeyos, tiene esta gente por usted!











































En la batalla cultural se ha puesto de moda la interrogante de cómo definir el concepto woke. Esta palabra se emplea en el mundo anglosajón para denominar a aquellos individuos de izquierda que están con la “buena onda” de estos tiempos, fanáticos de las teorías criticas de género y de la raza, entre otros cocidos derivados del marxismo tradicional, de las cuotas de todo tipo -salvo las bancarias- y de la cultura de la cancelación.


El uso de esta palabra inglesa que significa despierto o levantado, partió con los cultores de esta cuasi religión atea, quienes se denominaban a sí mismos de esa manera tratando de señalar que ellos eran los únicos avispados en la sociedad que se daban cuenta que el sistema occidental capitalista era en verdad un campo de concentración racista y patriarcal.


En cierto sentido, que eran ellos los tuertos en el mundo de los ciegos.


Mucha agua ha recorrido debajo de ese puente y el concepto se ha ido ampliando a un nivel tal que abarca casi todo el espectro político zurdo extremo a estas alturas, lo cual, hace muy difícil su comprensión.

Cuándo algo es todo, es lo mismo que decir que no es nada. Pierde sustancia la cosa.


En mi opinión la mejor definición posible de un concepto que, desde ya, es extremadamente amplio y multifacético, es que woke significa, al menos para quienes se oponen a este nuevo movimiento, el culto al narcisismo expresado a través de la victimización. Estos individuos son narcisistas extremos que política y culturalmente recurren a la idea de la víctima para conseguir, manipular y luchar por sus objetivos.


Lo que caracteriza principalmente a la gente woke es un narcisismo patológico de manual, expresado en la idea de que todos menos ellos están equivocados y fuera de la realidad y la razón, las cuales, por lo demás, consideran absolutamente irrelevantes porque claramente son posmodernos y, que la sociedad, el mundo y todos sus elementos les deben algo por el hecho de ser ellos y existir.


Esto último es a lo que yo denomino pensamiento neo aristocrático.


Realmente se creen todos aristócratas con derecho al tiempo, el trabajo y al peculio de los demás sin dar nada a cambio.

Esto es muy importante también para entender la segunda característica fundamental que une a estos individuos, la cual, no es otra cosa que el odio irrestricto y visceral hacia los que no piensan como ellos, quienes son todos nazis o fascistas, incluso, si abogan por la supresión o miniaturización del Estado, demostrando de paso, que de ciencia política no saben nada. Esta gente no se anda con medias tintas. Si usted se opone a sus designios es materia de campo de concentración, de reeducación o de paredón simplemente. Entrégueles el control absoluto de las instituciones y se va a dar cuenta de lo que son capaces de hacer.

Es así que, si la sociedad no les da lo que por derecho les corresponde son víctimas de ella, y de usted también, aunque no lo crea. Así rumean. Si eres feminista de quinta o sexta generación –ya perdí la cuenta- y no eres Gerente General del globo terráqueo, es porque la sociedad te robó lo que es tuyo sin importar siquiera si sabes leer o escribir. Eso no tiene relevancia. Si eres de color y no tienes un departamento en Manhattan con vista al Central Park, no es porque en verdad nunca llegaste a la hora a ninguna parte o cumpliste con tus tareas a tiempo sino, porque alguien se interpuso delante de ti para perjudicarte y te robó lo que debería ser tuyo. Esta gente obtiene lo que quiere o es víctima de un delito que comete la sociedad o los individuos a su nombre. El delito moderno y despierto de no satisfacer los deseos y los caprichos de los neo aristócratas del siglo XXI. Los individuos woke.

Para los miembros de esta secta político-cultural, lo que les pertenece les pertenece, siendo irrelevante si se lo ganaron o no, y la sociedad y todos sus componentes y miembros tienen la obligación de proveerles sus necesidades de la manera que estimen convenientes, de lo contrario, cometen el delito moderno antes descrito de falta de servicio-servidumbre, lo que justifica la ira y desprecio absoluto por parte de los woke hacia sus inferiores, el resto de la población no iluminada. Incluido el uso de la violencia extrema. Mal que mal… ellos son las víctimas en este caso si me entiende.

¡El mismo desprecio que tenían los aristócratas por los plebeyos, tiene esta gente por usted!

Cristián Gabler L.

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