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Creación de impuestos en Chile: 'El Fantasma Contraataca'

Benjamín Escobedo (Teólogo e Investigador de Historia) Escritor para Latinoamérica (Monte Alto Editorial) Columnista de Fundación Nueva Mente (FNM) Lic. Teología | Lic. © Historia


La idea de subir y crear nuevos impuestos hace rato que se encuentra en el imaginario político de Chile. No obstante, aquello forma parte de la retórica de la izquierda más radical de nuestro país. Cualquier experto sabe que dicha pretensión no hace más que enajenar la inversión, disminuir el empleo, estancar la industria y propiciar la migración de significativos capitales de suelos nacionales hacia el territorio extranjero. Por tanto, mi columna de la semana sugiere la siguiente premisa: "Creación de impuestos en Chile: el fantasma contraataca".


Primero, en los últimos días, las interpelaciones de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) declaran que "recaudar por la vía de alzas tributarias o nuevos impuestos" en el marco del Pacto Fiscal que pretende impulsar el gobierno no es el camino adecuado. Es insistir sistemáticamente con la falacia empobrecedora de subir los impuestos como garantía de igualdad y mayor liquidez para las políticas públicas destinadas hacia los sectores más vulnerables de nuestro país. En otras palabras, es ilusionar y mostrar al Estado como la gran salida frente al problema de la pobreza, injusticia social, calidad de la salud, educación, vivienda y toda demanda proletaria. Los países desarrollados viven en libertad y ensanchamiento constante respecto del mercado y la economía, claro, con políticas que, sin duda, hilvanan incesantemente esfuerzos por cuidar y normar el mercado adscrito. Algunos congresistas chilenos ven en todo esto una incongruencia de proporciones, ya que observan en el alza y creación de impuestos, y, a su vez, en aquellas familias con mayor concentración de patrimonio nacional, grandes polos de recursos que debiesen aportar más dinero al Estado chileno. Sin embargo, olvidan que aquel aparato burocrático (Estado) gasta en funcionarios públicos, asesorías y contratación de agentes estatales sin suturar el malestar del denominado pueblo.

Segundo, poco y nada se habla de la modernización del Estado. Por ende, un sector de Chile erige consciente o inconscientemente sobre la base de la filosofía política de J. J. Rousseau. De esta forma, los discursos, ocurrencias y proyecciones militantes se basan en torno al Estado. Tal vez, las palabras de Mussolini funcionan de forma yuxtapuesta a esta filosofía. El líder italiano decía: "Todo dentro del estado, nada fuera del estado, nada contra el estado". La izquierda ama, fomenta y vislumbra en el Estado a un organismo vital para regular la desigualdad y avanzar en materias de igualdad social. Hasta ahora, una mera utopía que precede y hace sombras desde siglos pasados. Por otra parte, los ideales de J. Locke reflejan para la derecha política categorías indispensables para entender el mundo y la sociedad en que vivimos. Por ejemplo, la libertad, el individuo y el mercado, entre paréntesis, dimensiones satanizadas por la izquierda marxista. Tal vez, estamos frente a una discusión propia del mundo de las Ideas que permea el debate por la creación y aumento de los impuestos en nuestro país.

Tercero, la ausencia de políticas públicas y las reiteradas ocurrencias del Ministro Marcel en materias de economía han suscitado inflación, poco crecimiento económico, rechazo de una "reforma" tributaria (resultado) y, como si eso fuera poco, la incesante idea de subir y/o crear impuestos. Parece que el actual gobierno olvida que el mundo privado es quien provee gran parte de los empleos y que la creación de estos últimos está sujeta a la seguridad y estabilidad de una economía país. O sea, alejada de la inflación, estanflación y concentración del Estado como vehículo salvífico y unívoco de los más pobres. Se necesita con urgencia una valorización del mercado y una relectura del papel del Estado y las empresas privadas. Así, fosilizaremos la utopía de más impuestos vociferada a través de la opinión pública. El periodista más importante del siglo XX en materias de economía, Henry Hazlitt, propone algunas directrices significativas y que podrían ser útiles para esta temática. Él señala lo siguiente: "El mal economista solo ve lo que se advierte de un modo inmediato, mientras que el buen economista percibe también más allá. El primero tan solo contempla las consecuencias directas de la medida a aplicar; el segundo no desatiende las indirectas y más lejanas. Aquel solo considera los efectos de una determinada política, en el pasado o en el futuro, sobre cierto sector; este se preocupa también de los efectos que tal política ejercerá sobre todos los grupos" (Henry Hazlitt. La economía en una lección. Madrid: Unión Editorial, 2018, pp.53-54). En síntesis, hemos de esperar la reivindicación del Ejecutivo y el equipo oficialista sobre estas materias. Solo así nuestra premisa habrá menguado: "Creación de impuestos en Chile: el fantasma contraataca".


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