Banco Central en peligro
- colguin53
- 7 sept 2020
- 2 Min. de lectura

(Por Felipe de la Fuente)
Con las nuevas reformas al Banco Central, a promulgar en prontitud, los chilenos vemos con preocupación cómo el gobierno, VOLUNTARIAMENTE, les ha abierto la puerta de la impresión de billetes a otros políticos populistas, los mismos que proponen volver al sistema de reparto, aprobar el impuesto a los “súper ricos”, y, para los curiosos, estatizar de nuevo el Banco Central, o como le llaman ellos, democratizarlo.
Para contextualizar, el Banco Central es un organismo autónomo del Estado, que regula la circulación de dinero en la economía, además de mantener una inflación baja, de 3% como meta hoy día, es decir, que el aumento generalizado de los precios se mantenga en ese mínimo razonable.
Sin embargo, en las primeras dos semanas de agosto fueron aprobados, casi por unanimidad y despachados a ley, las reformas que permitirán al Banco Central transar títulos de deuda fiscal en el mercado secundario, es decir, que principalmente podrá comprar deuda del Estado a instituciones financieras que ya hayan realizado la primera transacción del título, en el mercado primario, con la Tesorería General de la República, a modo de “inyectar más liquidez” al sistema financiero, es decir, a través de la inflación.
Esto es preocupante, no tanto por el intento de devaluar el peso chileno para estabilizar, quizás sin éxito, el mercado financiero, sino porque, de resultar electos políticos populistas en las próximas elecciones, éstos podrían llegar a promover una reforma que le permita al Banco Central emitir dinero directamente al Estado, tal como ocurre hoy en Argentina, donde tienen una inflación del 50% anual aproximadamente, y donde el peso argentino prácticamente no vale nada.
El Gobierno terminó transando lo intransable: una institución que, a pesar de sus cortos 30 años de autonomía, se ha ganado su credibilidad y solidez al consolidarse como un pilar fundamental en la estructura macroeconómica del país. Se logró reducir la inflación, de un 27% en 1990 a un 9% en 1994, y, atención, hasta ahora sigue siendo de UN solo dígito, es más, el último dato corresponde al año 2019, donde la inflación fue de un 3%, reflejando así el éxito de nuestra política monetaria que algunos quieren socavar para dirigirnos hacia la argentinización.
Hoy más que nunca, hay que sacar la voz y defender la autonomía del Banco Central, frente a una visión que quiere dirigirnos hacia un modelo que pretende alimentar a los políticos y destruir descaradamente el poder adquisitivo y la calidad de vida de los ciudadanos, perjudicando sobre todo a los más pobres.
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